Esta pregunta, que si es mejor la cerveza de grifo o de botella, es una cuestión que seguramente ha surgido en alguna conversación cervecera, sobre todo en vuestros inicios y la discusión sigue sin tener una respuesta clara. No nos queremos poner de ninguna de las dos partes, porque es un poco como “¿A quién quieres más, a papá o a mamá?”, pero si queremos analizar qué características de los dos tipos de servicio pueden afectar a la cerveza.
Por ejemplo, sabemos que la luz del sol no le sienta bien a la cerveza, por ello para la conservación los barriles (y las latas) protegen mejor que las botellas al ser opacos. Además al dejar muy poco espacio libre en el interior las opciones de que la cerveza se oxide (y envejezca peor) son mayores en el caso de las botellas, ya que cada botella tiene un espacio con aire (a pesar de los barridos de CO2 que se hacen al embotellar).
Otro punto a tener en cuenta es la carbonatación: el fabricante controla el nivel de gas de su cerveza en ambos envases; pero cuando el hostelero la sirve desde el barril puede ajustar la cantidad de “ácido” que usa modificando los parámetros del fabricante tanto en su nivel de CO2 como en su sabor, no así con las botellas que están tal cual fueron “diseñadas” por el productor.
Sobre la temperatura de servicio: la cerveza de barril pasa por el serpentín que la enfría (normalmente a temperatura para la cerveza Lager que estamos acostumbrados a consumir en España). Que te la sirvan a la temperatura adecuada no siempre es fácil (ya que los equipos suelen estar regulados para servir la cerveza que pasa por sus serpentines realmente frescas). Pasa un poco lo mismos con las cámaras frigoríficas de las botellas, que tienden a la temperatura “mínima común”. La ventaja con la cerveza en botella es que puedes sacarla antes y abrirla justo cuando creas que haya alcanzado la temperatura que desees, si esperas con una caña ya servida va ir perdiendo gas mientras...
Como hemos comentado arriba la cerveza de barril pasa por unos conductos antes de llegar al grifo, por lo que el mantenimiento de los mismos es importante y determinante para asegurar que no haya contaminaciones u otros factores que alteren el sabor del producto. En el caso de la botella basta con abrir y servir.
Además, un barril puede estar pinchado (con el conector al equipo e inyectando gas para empujar la cerveza) desde hace un tiempo, con el consiguiente empeoramiento de sus condiciones organolépticas. Con las cervezas en botella no sólo te aseguras de que la cerveza se ha abierto para ti en ese momento sino que también (en muchas ocasiones) puedes saber la fecha de consumo preferente (en incluso la de embotellado) que del barril no se suele conocer como consumidor.
Por lo cual, aunque hay veces que en barril la cerveza puede estar más rica (ya que antes de pincharse, al ser más grande, la cerveza evoluciona mejor; y adaptar los parámetros de servicio a la cerveza la pueden hacer destacar), en general (y estando ambas en igualdad de condiciones) creemos que la cerveza de botella da una imagen más precisa del producto que el cervecero quería realizar.
Notas aclaratorias: Todo lo explicado para botella se puede aplicar a las latas, incluso con alguna ventaja, como hemos dicho. Y los barriles hablamos de los barriles más usados, de inox o plástico, en los que el espadín saca la cerveza que está siendo empujada por gas (habitualmente CO2, pero también nitrógeno) que ocupa su espacio. Otros barriles o tanques, con bolsa interior que evita su contacto con los gases inyectados, siguen viéndose afectados por algunos de los parámetros anteriores, pero obviamente no por el de este gas.
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