La película narra la vida de Jordan Belfort, un corredor de bolsa sin escrúpulos, desde su inicio en una pequeña firma hasta su fulgurante ascenso, basado en el fraude y el engaño, y la posterior estrepitosa caída de su imperio.
A lo largo de 180 minutos tenemos oportunidad de ver a Leonardo Di Caprio abusando de todo tipo de sustancias, jugando al beer-pong, contraviniendo la mitad del ordenamiento público y desoyendo cualquier premisa moral en compañía de sus socios/empleados/amigos.
Pero la escena que queremos traer al Jardín tiene lugar en el último tramo del relato, cuando los años de excesos han pasado factura física, afectiva y financieramente, y tiene que adaptarse a su nueva realidad.
La escena, aunque un poco brusca, puede servir para reflexionar… ¿Para qué sirve la cerveza sin alcohol? ¿La bebemos porque nos gusta o como placebo sustitutivo? En el mercado actual hay referencias bastante buenas, tanto que hace un tiempo que hicimos un Top5 en El Jardín de mejores cervezas sin alcohol. Seguro que si este personaje probase una de esas no sería la escena igual.
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