Los hermanos Cohen fueron responsables de contar en imágenes una historia que se desarrolla en la frontera entre México y EEUU con un espléndido Javier Bardem haciendo de asesino a sueldo, Tommy Lee Jones en el papel de un curtido Sheriff de un pequeño pueblo y Josh Brolin interpretando a un cazador ante la oportunidad de dar un vuelco a su vida.
En este lugar, despiadado y hostil, donde los cárteles imponen su ley y la vida vale menos que una bala, Llewelyn Moss (Brolin) es perseguido por Anton Chigurh (Bardem), quien tiene como encargo recuperar un maletín con dinero de una venta de drogas que salió mal.
La escena que nos interesa tiene lugar en un hotel barato donde Llewelyn se refugia mientras espera a que se calmen las cosas. Tras haber atravesado el desierto y sobrevivir a tiroteos, el cazador se encuentra en la piscina con otra clienta del hotel y la conversación pivota en torno a la cerveza. La mujer invita al cazador a tomarse una fría, pero él de manera bastante educada rechaza la oferta, disculpándose con “No, señorita, sé a qué lleva beber cerveza” a lo que su interlocutora responde “Sí, a beber más cerveza”, el plano funde a negro y nos quedamos con una enigmática sonrisa en el rostro de Brolin.
El cambio de escena deja a nuestra imaginación saber qué puede haber pasado en esa piscina con unas cervezas en un día caluroso y con pocas cosas que hacer salvo esperar. Y vosotros, lectores, ¿tenéis claro que una cerveza lleva “sólo” a beber otra cerveza o hay historias que empiezan con una botella fría e inesperada?
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