Aunque no es un estilo que esté muy de moda, las Bitter inglesas están dentro de nuestras cervezas favoritas. Cervezas maltosas, pero amargas y secas, de baja graduación alcohólica y carbonatación moderada. Un estilo diseñado para beber en abundancia, pero también muy adecuado para acompañar comidas por ello.
Y, teniendo en cuenta su perfil, son ideales para maridar platos muy populares en su país de origen, Reino Unido, gracias a su pasado colonial, como puedan ser las samosas (empanadillas fritas rellenas de hortalizas especiadas y otras cosas) o las pakoras (verduras rebozadas en harina de garbanzos y fritas).
Si quieres seguir con los maridajes de su zona, también combinan bien con el fish and chips o con un Pork Pie (pastel de cerdo) con puré de guisantes. La verdad es que es una cerveza comodín que se adapta a casi todo.
Incluyendo postres, por supuesto. Bizcochos, magdalenas, galletas… Todo postre tostado, a base de harina, y no demasiado dulce va a cuadrar muy bien si aún te queda medio vaso de tu segunda pinta cuando acaba la comida.
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