Últimamente no reseñamos más que un par de cervezas “Blanche” (o Witbier) al año. Y es una pena porque las cervezas de trigo belgas son unas de nuestras favoritas. Quizá más apropiadas para el verano, por ser refrescantes, pero es no quita que se puedan disfrutar en cualquier época del año.
Y por eso hoy queremos comentar esta, de la marca belga John (Anthony) Martin(’s) -o como se definan a sí mismos-. Una cerveza por supuesto turbia, pero de color amarillento arenoso, como de barro. Con espuma blanca abundante, aunque de persistencia baja.
El aroma es notoriamente a trigo, a grano y paja, y a levadura. Las notas especiadas de cilantro le dan cierto amargor y acidez al sabor, pero es predominantemente dulce. Y con sólo 5% ABV se puede beber con tranquilidad y resultar plena.
Pero su principal problema es que ni es especialmente sabrosa ni es especialmente refrescante (ni especialmente nada). Una cerveza un poco ni fu ni fa, que se ve fácilmente superada por cualquiera de sus competidoras más conocidas del estilo.
“Mi opinión en un Tweet:” La cerveza es mejor que vivir repudiada en una cueva alimentada por una cierva. Nota: Suficiente.
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