Vivió cierto hombre en Rusia hace mucho tiempo (finales del Siglo XIX y principios del pasado) que quedó en el imaginario histórico y popular para siempre hasta el punto de dar nombre a esta cerveza de los holandeses De Molen. Su nombre era Grigori Yefímovich Rasputín.
Quizá eso, junto con sus 10,4% ABV y 23º Plato os de pavor y la miréis con terror y miedo. Y no es para menos. Es una cerveza potente y fuerte, que ya avisa en su negrura con brillos rojos de resplandor llameante. El alcohol ya se huele en el aroma, prometiendo fuego y éxtasis licoroso.
En boca es dulce y caliente, como una máquina de amor rusa, llena de encantos ocultos. Cremosa y suave, con mucho café y chocolate, pero peligrosa. No es fácil bebérsela entera y decir: "Me siento bien", no.
Pero bueno, es algo que ya te avisa con el nombre. No le puedes entregar toda tu confianza, porque sus poderes no son curativos, precisamente. Si quieres sobrevivir al frío es mejor calentarse con abrigos que con cervezas fuertes por muy “rusas” que sean.
“Mi opinión en un Tweet:” Ra, ra, Rasputin… Lover of the Russian Queen… Nota: Notable.
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