Como segunda etiqueta que traemos a esta sección hemos elegido (y pedido a un coleccionista que nos mandase un escaneo, ya que nosotros no la teníamos… ¡gracias!) una para que veáis un mayor número de fallos, algunos de ellos bastante habituales en el panorama cervecero y otros, por suerte no, ya que son bastante graves. Y es esta AfterGlow, una Session IPA de Wylie Brewery, cervecera de Sitges.
El diseño de la etiqueta para la lata está bastante bien, con una sirena que combina la cola de pez “moderna” con las alas de pájaro que les daba la mitología griega, y con una belleza capaz de seducir y conducir a los navegantes a su muerte. Por otro lado, cabe mucho texto y eso es algo bueno si se usa bien… que no es el caso.
Porque hay cuatro cosas que en el etiquetado de bebidas alcohólicas son obligatorias y deben estar además en el mismo campo visual: la denominación de producto, la cantidad neta de producto, el grado alcohólico y la fecha de duración mínima. Y de esas cuatro tiene solamente dos. Y bien separadas, encima.
La denominación de producto, entre las que recoge la legislación española, no es válida “Session IPA”, sino “Cerveza”, una palabra que no aparece en todo el etiquetado. Sí, ya sabemos que va dirigida a un público especializado, pero la ley dice que tiene que especificar que es cerveza. Que el consumidor no tiene por qué conocer todos los sub-estilos.
Sobre la fecha de duración mínima (también conocida como de consumo preferente) no hay duda: ha de aparecer siempre que la cerveza tenga menos de alc. 10% vol. Y en esta no aparece (ni aparece dónde encontrarla, por si estuviera en la base, por ejemplo). Aparece la de enlatado, una información que nos gusta mucho que se dé, pero que no puede sustituir a la que es obligatoria, sino que debe complementarla.
También nos gusta que se informe de las condiciones de almacenamiento. Estas son sólo obligatorias si las necesita realmente para alcanzar la fecha de consumo preferente en buen estado. Como desconocemos la fecha, no sabemos si la alcanzaría sin estar en frigorífico, pero está bien que lo pongan.
Ahora vamos con una cosa más grave, porque además de incumplir la ley, puede ser peligroso para la salud. La lista de ingredientes. Agua, malta de cebada, lúpulo y levadura. Sin destacar los alérgenos en ella. Ni mayúsculas, ni negrita, ni subrayado, ni nada. ¿Entendemos que lleva gluten? No pone lo contrario…
¡Pero sin embargo, si sigues leyendo te llevas la sorpresa de que pone que contiene lactosa! Es un hecho que nos pilló por sorpresa, ya que no nos lo esperábamos de una Session IPA con solamente esos cuatro ingredientes. ¿De dónde saldrá la lactosa?
Lo correcto sería incluir la fuente de lactosa en la lista de ingredientes (si la pones, no puedes no poner todos, y no creemos que venga del “lúpula”), marcando y destacando tanto la malta como la lactosa como alérgenos. También puede sustituirse la lista de ingredientes por un mensaje que ponga “Contiene lactosa y gluten”. O poner ambas cosas completas. Pero así están mal e incompletas las dos posibilidades.
Luego ya como fallos menores está que el alcohol se debe indicar seguido del símbolo «% vol» y que podrá estar precedida de la palabra «alcohol» o de la abreviatura «alc», pero lo han puesto al revés. O que al no tener fecha de duración mínima que incluya el día ha de aparecer también el lote (bueno, este no es un fallo leve tampoco).
Sí que está bien el aparecer el domicilio y el nombre del fabricante. Así como mencionar puntos clave del mercado lupulado moderno, como la recomendación de beber joven o el uso de Citra en Dry-Hopping. Pero todo eso no tapa sus grandes carencias y la poca claridad con los alérgenos.
Conclusión: El diseño artístico no está mal, pero no cumple ni la mitad de lo que es obligatorio según la legislación, sin aportar mucha información especializada tampoco, quedando floja tanto para consumidores especializados como sobre todo para novatos. Nota sobre 10: 3.
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