Y la verdad es que con el título de la entrada ya hemos acabado de explicar uno de los abridores más básicos y sencillos que os hemos traído (sin cosas frikis, mecanismos extras, chistes fáciles, connotaciones sexuales, rarezas de uso, etc.).
Pero como una amiga nos ha regalado uno así y hemos visto que no lo teníamos reseñado, pues aquí está. Dentro de la sección dedicada a los aparatos para quitarles las chapas a los botellines de cerveza. Pero para que no parezca que es solo por eso, veamos sus ventajas.
La primera es que ineludiblemente avisa de su objetivo y predispone: no es un abridor de refrescos, no. Ni de kombuchas. Ni de batidos. Este abridor ha sido diseñado desde el minuto uno para abrir cerveza. ¡No denigres su currículo poniéndole a hacer tareas menores!
Y el ser más grande, llamativo y tener un imán, te permitirá tenerlo siempre controlado y al alcance en la puerta del frigorífico. Además, al ser uno de los más sencillos (y no pagar licencias de merchandising) su precio es asequible. ¿Veis como al final este abridor merecía estar aquí?
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