Si tienes secuaces, esclavos, matones, sirvientes, hijos, perros muy inteligentes y hábiles, becarios, mayordomos, chimpancés amaestrados, o simplemente alguien que te quiera tanto como para cumplir tus peticiones y satisfacer tus deseos, te recomendamos esta campanilla.
Como si inscripción indica, hazla sonar para pedir una cerveza. Y esa parte es fácil. Nosotros la tenemos en la mesa del salón y la usamos a menudo. Pero tiene que haber alguien que la oiga y haga caso, si no, aunque emita sonidos, es un aparato bastante inútil.
Bueno, no del todo: nuestras investigaciones han demostrado que su sonido nos hace salivar previendo que en breves instantes vamos a disfrutar de una sabrosa cerveza. ¿Qué opinará nuestro médico, el doctor Pávlov, de esto?
Pero la verdad es que tras hacerla sonar, somos nosotros mismos los que nos levantamos y vamos a la cocina, abrimos la nevera y nos traemos la cerveza (junto con un vaso adecuado correctamente enjuagado) a la mesa. No es el plan perfecto, pero… ¿no estáis salivando ya?
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