Una de las cervezas que con más júbilo reaccionaron los antiguos amantes de las cervezas ácidas cuando se volvió a elaborar de manera regular, tras unos cuantos años de parón, es esta: La Rodenbach Alexander. Una cerveza de fermentación mixta con cerezas.
Su base es la Rodenbach Grand Cru (definida por Michael Jackson como la cerveza más refrescante del mundo) de fermentación mixta y luego macerada con cerezas ácidas (guindas), con dos años de paso por grandes barricas (foeders) de roble.
El color, debido a las maltas y la fruta, es de un rojo brillante y profundo, limpio. Y lo corona una espuma de color blanco roto, compacta y de buena persistencia. En aroma huele a bodega, a vino, a fruta…
Y en boca es más dulce que ácida, con un sabor muy intenso y también con cierto amargor. Tiene mucha carbonatación, lo que unido a su punto agrio, remueve bien las mucosas de la boca. “Pica” en las mejillas y hace salivar con profusión, adelantándose al siguiente trago.
Es una cerveza de esas que “te tienen que gustar”, y si no, puedes odiarla. Pero es compleja y rica, muy interesante… aunque también te puede parecer un vino picado con frutas. Al menos tiene solo 5,6% vol. de alcohol, que para su función refrescante es lo adecuado.
“Mi opinión en un Tweet:” Brindamos por el (en breve) 250 aniversario del Alex. Nota: Bien.
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