Entre este veranillo de San Miguel eterno y la amenaza del desastre ecológico nos ha parecido oportuno aprovechar para hablar de “Ice cold in Alex” o, como se tituló aquí, “Fugitivos del desierto”. Esta película del año 1958 que ganó el premio de la crítica en la Berlinale nos cuenta la historia de un capitán del ejército británico quien durante la II Guerra Mundial está desplegado en el norte de África. Ante el inminente ataque de las tropas alemanas el destacamento se ve obligado a retirarse, quedando dos oficiales y dos enfermeras apartados del resto de las tropas; su salvación pasa por atravesar el desierto y llegar hasta Alejandría.
En el camino se tendrán que enfrentar con los problemas del capitán con el alcohol, con un sospechoso militar afrikaner, arenas movedizas, campos minados y las tropas nazis. El relato es entretenido y logra mantener la tensión a lo largo del metraje intercalando acción, suspense y drama pero gran parte del mérito lo tiene una frase del protagonista a mitad de la película: “la próxima bebida que tome será una cerveza helada”, desde ese momento empiezas a compartir la sed del Capitán Anson y comprendes que todo lo que va a soportar lo hace pensando en la recompensa que le espera.
Alerta Spoiler: La escena del bar donde por fin toman la cerveza es estéticamente inmejorable (aunque usen Carlsberg), la forma en la que el camarero llena los vasos hasta arriba dejando la justa cantidad de espuma, el dedo deslizando por el vaso, la mirada que anticipa la recompensa…
Como curiosidades: la secuencia fue tan aclamada que casi treinta años después la propia Carlsberg la utilizó íntegramente como anuncio en televisión generando a los actores muchos más ingresos que los que les dio la película. Y, en la novela de donde parte el guion la cerveza que beben es Rheingold pero el nombre era demasiado alemán (a pesar de ser una marca americana) como para ponerla en una base militar inglesa en mitad de un conflicto con Alemania, de ahí la decisión de acudir a la danesa Carlsberg.
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