Hace más de tres años os hablamos de lo que por entonces era más o menos una novedad: marcas clásicas belgas, como Leffe, haciendo cervezas con toques modernos, usando por ejemplo Cascade para hacer una “Belgian IPA”. Hoy eso es más normal, pero es curioso ver como multinacionales “sin rostro” deciden dar toques “de autor” a sus cervezas.
Esta es otra de la gama con nombres de lúpulo de Leffe. En este caso Whitbread Golding. Un lúpulo, eso sí, de corte europeo, por lo que no cabe esperar nada muy moderno. El aspecto es clásico, al menos: dorada limpia y brillante. La corona de espuma es blanca, abundante y pegajosa. La única pega, su baja persistencia.
El aroma es agradable de primeras, empezando maltoso, aunque luego deriva a metálico. El sabor es análogo. Empieza dulce y afrutado, acaba metal también. Su único interés pueden ser notas especiadas, frutales o incluso a pino. Pero nada especial ni muy determinante.
La verdad es que si hay que destacar algo es que es fuerte y que tiene 7,5% ABV. Lo que nos lleva a una de las cosas que más comentamos en el Jardín: ¿qué necesidad hay de alcoholes altos, si lo que tenemos es sed y queremos beber más? Con dos grados menos esta cerveza sería mejor birra.
“Mi opinión en un Tweet:” ¿Innovar para esto? Seguimos buscando el Whitbread Golding. Nota: Suficiente bajo.
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